El anti-algoritmo
Google necesitaba conectar con la Gen Z, que ahora utiliza otras plataformas para sus búsquedas. Así que decidimos hablar como ellos, infiltrarnos donde ellos se mueven, trolearles.
Seleccionamos a varios influencers y, a partir de su contenido, usamos el algoritmo para convertirlo en un arma. No para darles contenido similar, sino para encontrar su polo opuesto. Tuvieron que enfrentarse a un reto completamente fuera de su zona de confort. Su upside-down personalizado. Su infierno del que solo podrían salir con las herramientas de Google.